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Lunes 12-12-2022

Hoy me siento errático.

Anoche dormí mal por esto del calor y el sonido del ventilador nuevo al que aún no me acostumbro. Sumado a eso, están todos los otros pensamientos y sentires relacionados con el trabajo, el que, dentro del último tiempo, se ha enfocado en las relaciones con otres artistas, las galerías, exposiciones, inauguraciones, conversaciones, contactos, potenciales convocatorias para ver la posibilidad de participar, etc.

La pintura este día parece que no saldrá. Estoy pintando un perro y en vez de avanzar estoy aquí escribiendo.

Sepa usted que hace mucho escribo notas esporádicas, como si fuese un diario de vida al que se recurre muy de vez en cuando. Tomé el hábito durante mi primer proceso terapéutico por la depre, hace como 10 años o un poco antes.

La mayoría de esos escritos son igual a este, un vómito de palabras erráticas que solo buscan salir del cerebro porque se llenó. Es una vía de escape íntima que nadie ha leído, hasta ahora quizá.

Pienso en lo que escribí en uno de mis últimos post de Instagram, sobre el hecho de sentirse artista.

No te mentiré, supongo que siempre he querido serlo, pero aún no sé si es solo una fantasía de la niñez que aún no supero. Sé que debo amigarme con este sentir y atreverme, como dicen algunos, pero créeme que es difícil para alguien cuyo auto sabotaje ha sido violento. Recuerdo ahora cuando el psiquiatra me hizo ver esto, “Felipe, tú te tratas con demasiada violencia …”

Me sentí tan despectivo para con el psiquiatra y tan herido por sus ojos que justificaban la verdad de su descubrimiento, observándome con esa mezcla de orgullo y sorpresa por dar con el potencial origen de la enfermedad.

Siento que el auto sabotaje, que siempre he visualizado como un “otro yo” salió de mi cuerpo y se acomodó en la silla de al lado, solo para que nos miremos a los ojos y pensemos en conjunto: “¿Qué mierda?” Y después, el auto sabotaje volvió a mi cabeza, para recrear la escena de “American history X”, esa de la boca abierta y los dientes en el cemento que recibe un zapatazo en el cráneo.

¡Obvio que la merecías! ¡Nos expusiste!

Al día siguiente, después de revivir, puede que haya comenzado otro proceso, el de tener que coexistir con este otro yo, el que no me permite conocer a los otros dentro de mí para que me saque provecho como persona, y que, por supuesto, no permitirá que me exponga a otres fuera de mi cabeza.

Culpo de que estés leyendo esto a quienes me instaron a escribir, pero acepto la responsabilidad de lo que expongo, pues, si mi trabajo “artístico” se basará en la exposición libre y deliberada de la intimidad del sujeto, entonces creo imperativo que me exponga a ustedes y acepte nuevamente el zapatazo mental tantas veces como sea necesario, hasta que me levante y no acepte el destino que busca imponer “el otro”.

PD: Me acabo de dar cuenta que en un acto impulsivo del pasado, borré el blog que había aquí, con experiencias y entrevistas de las primeras personas que pinté.
Zapatazo merecido y hasta mañana.

PD 2: El cannabis me disocia de la aparente e inherente violencia para conmigo.

PD 3: Releí todo, y esto es como la película “El día de la marmota” Véanla, es bien bonita.

PD 4: No, esto no es un llamado de auxilio ni nada de eso.